Ya era hora de que volviera a descubrir buenos grupos de Doom Metal. He leído por ahí que en la actualidad el sonido de esta banda checa tira por derroteros más bien Dark Metal e incluso paganos, pero no hay más que escuchar este debut de 1995 para comprobar que comenzaron de manera genuinamente doomie.
Viendo la fecha será fácil suponer que este álbum se caracteriza por tener el clásico sonido noventero del Doom Metal a semejanza de las tres grandes y famosas bandas británicas del sello Peaceville: My Dying Bride, Anathema y Paradise Lost; y así es en efecto, teniendo un sonido similar al del "As the flower withers" de My Dying Bride, pero menos bruto a la manera del “Serenades" de Anathema. La producción es como la que conocemos en los dos discos citados, sonando más aún a disco añejo aunque no supiéramos su fecha de lanzamiento.
La voz, como mandan los cánones en un disco de esta condición, es ante todo gutural, y bastante bruta además (pero sin llegar a ser como el vozarrón de Saturnus), aunque a veces causa el efecto de parecer que se está lamentando. Y, hablando de lamentos, no faltan esas voces lamentosas y susurros.
Hay algún teclado por ahí, pero lo mejor es que a veces aparecen un violín y una flauta (nunca juntos, ojo) que dan un toque de melancólica elegancia entre tanto riff opresivo, además de algunos coros que actúan como si de teclados se tratase. La flauta no aparece tanto como en In Somnis ni el violín como en Cryptal Darkness, sólo en algunas partes como pasa por ejemplo en los antiguos (y maravillosos) Lacrimas Profundere, y desde luego es delicioso ese aire poético en medio de la crudeza del Doom-Death.
Si te gusta ese sonido de los 90 poco más hay que decir, así suena ni más ni menos este disco, no hay ningún secreto.
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