
Menudas sorpresas inesperadas que se lleva uno a veces, como cuando esta tarde me bajé este disco por mera curiosidad y me he encontrado con algo que hacía tiempo que no me encandilaba tan inefablemente. Y es que lo que este álbum ofrece es uno de los mayores placeres de mi vida: teclados en forma de órganos, que además aparecen a lo largo de todo el disco.
Nunca habría imaginado algo así desde un país como Canadá, nación que no nos sorprende con gélidos productos como Wolven Ancestry o Frozen Shadows, pero que sin embargo depara algunas cosas más fragantes como Obscurcis Romancia o Gotherfall.
Considerar este disco como Black Sinfónico es tal vez demasiado simplista, cuando en realidad podemos decir que se trata de música de órganos sobre una base más o menos blacker, porque ese tipo de teclados domina todo el disco de manera magistral, pues nada tiene que ver con esos grupos escandinavos que incluyen algún órgano para dar un toque antirreligioso y estamos ante algo mucho más grandioso, sientiéndonos ante la visión de la negra mole de algún castillo sobre el ocaso, o su interior salpicado de candelabros y copas vacías junto a vetustos retratos.
El aspecto blacker es ligero en cuanto a guitarras, aunque las baterías son rápidas durante gran parte de la duración del CD, porque tiene su punto de agresividad a pesar de estar basado en la ambientación de los órganos. Este lado fiero queda también patente en el estilo vocal, que sobre todo incluye voces rasgadas estándar, junto a algunos gritos algo más agudos, voces bestias que casi son guturales y algunos coros femeninos muy ocasionales, por lo que es un buen juego vocal a excepción de alguna voz heavy de la última canción que no me ha gustado nada de nada.
No había escuchado un grupo tan basado en órganos desde que conocí a Capitollium, el primer disco de AevLord y el EP de Pantheist, además de alguna sorpresa reciente como el nuevo "Alloy" de Skepticism, porque todas las canciones tienen este teclado al frente todo el tiempo (excepto la quinta canción, que lo incluye hacia la mitad de su duración), y queda más que recomendado a fans de Capitollium, lo último de Finnugor y demás grupos con ambientes medievales y religiosos de manera elegante y mística. Yo desde luego quiero el CD original ya, pero mucho me temo que no será nada fácil disponer de esta oda a la caída de los dioses...