miércoles, 9 de septiembre de 2009

DARKFLIGHT - Under The Shadow Of Fear


Poco jugo he sido capaz de encontrarle a Bulgaria, debo buscar un poco más porque solamente Sabrax y Amor E Morte han conseguido llegar a estar entre mis favoritos frente a un puñado de bandas búlgaras que me parecen buenas pero no llegan a entusiasmarme.
Esto en cambio no me pasa con Darkflight, el primer grupo búlgaro que conocí hace unos cinco años y que sigue haciéndome disfrutar de lo lindo aunque no los ponga a la altura de Amor E Morte y Sabrax (pero cerca le andan).

Echemos primero un vistazo a su portada, el cuadro “El monte de los inmortales” de Christophe Vacher, y observad el saliente rocoso nevado de la derecha, donde se ve un minúscula figura humana que nos sirve para hacernos a la idea de las dimensiones tan colosales del paraje con su cielo tormentoso.
Esta sensación de inmensa soledad es la que plasman musicalmente con su peculiar fórmula que recuerda tanto al Doom más envolvente como al Black Metal más ambiental y atmosférico, porque realmente no se me ocurriría etiquetar este álbum de 2002 bajo ninguno de los dos estilos en concreto.

Lo primero que nos recibe al empezar a escuchar el CD es la densísima bruma de teclados que nos acompañará a lo largo de toda su duración, como las densas nubes tormentosas de la portada envolviendo unas guitarras finas pero con bastante distorsión, y siempre con ritmos lentos.
Ya veis que la atmósfera prima sobre las guitarras, y es que incluso las voces son bastante discretas, unas rasgadas un poco distintas de las típicas del Black Metal por su tono medio susurrado. Tampoco la inclusión de sugerentes voces femeninas y guitarras acústicas intenta resaltar por encima en un disco dominado por los teclados, que adoptan en muchos temas un aire épico con simulaciones de trompetas marciales y demás instrumentos de viento, como se puede comprobar sobre todo en la genial “A call for the dragons”.
Así, el disco alterna entre lo angustiosamente solitario y lo oscuramente medieval, avanzando como una negra masa nubosa que amenaza con descargar su contenido sobre un inhóspito desfiladero.

Su “Perfectly calm” del pasado 2008 era una continuación que esperaba con muchas ganas, aunque el resultado no fue el mismo que con este gran debut. Y avisados quedan los que no les pillan la gracia a los grupos con guitarras bastante secundarias como consecuencia de un mayor manto de teclados, pero sí hará disfrutar a fans de cosas como Fear of Eternity, los primeros Bishop of Hexen o incluso Summoning.

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