sábado, 25 de abril de 2009

ALASTOR SANGUINARY EMBRYO - Eternal Tears Through Asmodeo's Blackened Flames


La cada vez más escasa luz del atardecer tiñe de cálidos tonos un frío bosque de coníferas con el elemento acuático presente; esto podría ser el marco estereotipado para un disco de Black Metal escandinavo, pero no es así, y más sorprendente aún es que ni se trata de un grupo europeo y su país de procedencia no podría ser más difícil de adivinar porque este disco nos llega desde Costa Rica.

Es de momento el único grupo que conozco de ese país, pero me han dejado con buen sabor de boca con sus dos únicos discosd hasta la fecha. Los he conocido de mano de su segundo álbum de 2004 "D.E.M.O.N.", disco de Black Sinfónico del que se estila en esta última década con su sonido furioso y adornado con un sinfonismo que subraya la atmósfera más que manejarla, destacando también su estilo vocal lleno de rabia que se ve contrastado a veces por la ocasional inclusión de una soprano. Es por todo esto que habría sido una muy buena entrada para el blog, pero (como casi siempre) me he visto demasiado tentado por el sonido primerizo de la banda que no es otro que el típico Black Sinfónico con evidentes influencias de Emperor.

Es, como habrá podido suponer quien me lea de vez en cuando, un clásico sonido noventero que bien podría hacerse pasar por perteneciente a un CD de 1996, pues es en realidad de 1999 y suena más a haber sido editado un puñado de años antes. No son tan contundentes como Emperor, pero de todas formas el sonido que toman como influencia es el que conocemos de su célebre “In the nightside eclipse” con sus teclados gélidos, guitarras sucias, voces desgarradas y baterías genuinamente blackers, elementos que también están en este álbum
En general lo que predomina es el Black Metal basado en baterías rápidas con blast-beats por doquier, pero los teclados tienen más presencia que en Emperor y tienen ese mismo sonido como de heladora niebla, aunque también meten partes con sencillos pianos de fondo que aportan un toque más de melodía.
La voz es la predecible, una rasgada un poco aguda que se desgañita de igual manera a lo largo del álbum, con guturales de fondo como hacen otros tantos grupos.

El principal inconveniente es la escasa cantidad de temas, treinta y siete minutos repartidos entre dos breves instrumentales y tres canciones reales de entre diez y doce minutos. Pero da gusto ver que en Costa Rica hay algo más que música latina.


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