domingo, 28 de septiembre de 2014

ESTATIC FEAR - Somnium Obmutum




Hará unos 10 años que un amigo me recomendó esta banda austriaca como algo increíble, "para ponerse el traje de cuervo y no parar de volar", me dijo textualmente. Y cuánta razón tuvo, este grupo con sólo dos discos es para mí un referente del Doom Metal más elaborado y onírico.

Llegaron las lluvias otoñales a tierras españolas, llenando el aire de olor a tierra húmeda y pintando de ocre la hojarasca, dándose esa dicotomía de la estación entre el monótono ambiente de nubarrones grises y la preciosa policromía del bosque. Sirva esto como símil musical de la propuesta de Estatic Fear, que marida recios riffs de Doom-Death con bellos elementos neoclásicos y medievales.

Hace años reseñé su segundo CD, "A Sombre Dance", cuando el proyecto quedó relegado a su líder Matthias Kogler en solitario con un buen elenco de músicos invitados, pero aquí por el año 1996 aún era una banda propiamente dicha con cuatro miembros fijos y dos chicas colaborando con voz y flauta.
La fórmula es la misma en ambos álbumes, ese Doom Metal donde la pétrea raíz Doom-Death encuentra melodías gimientes de guitarra y un agradable elenco ambiental con teclados, voces femeninas, flauta e incluso laúd, haciendo que en algunos momentos se parezca a una versión sobria y doomster de Haggard más que a otros grupos de Doom.
En voces se da también esa faceta mutable, con profundas guturales acompañadas por rasgadas blackers (un poco forzadas por momentos), narradas y las mencionadas aportaciones femeninas. El resultado es cuanto menos agradable al otoñal oído, junto con esos toques de flauta, piano, órgano y laúd en interludios atmosféricos o integrados en la propia composición doomie.
Como punto débil, dependiendo de gustos, está la estructura del disco al estar separada en dos temas instrumentales y dos de Metal propiamente dicho. No es el único disco del mundo que contenga una canción de 18 minutos y otra de media hora, claro, pero resulta que perfectamente podrían haber sido divididas cuando nos percatamos de que suelen detenerse y cambiar de dirección tras un lapso de silencio, casi como si nos dijeran que allí acabó realmente la canción y podría haber comenzado otra, tal como sí hicieron en el segundo CD.

Dejando aparte esa minucia, es un disco que hace honor a la estética de su portada con la ruinosa escultura devorada por la humedad y el olvido, disponeos por tanto a catar un buen vino de cosecha similar a Haggard, los antiguos Lacrimas Profundere y Empyrium.







1 comentario:

Galder dijo...

Discaso!!! sin duda uno de mis preferidos dentro del Doom. Este y el "A Sombre Dance" son obligatorios.