lunes, 27 de junio de 2011

SEAR BLISS - Forsaken Symphony


Como siempre que hablo de esta banda húngara, creo que aún son unos desconocidos, pese a que la mayor difusión musical de internet los ha acercado más al público, pero opino que sigue siendo un grupo que debería gozar de más disfrute con la dilatada discografía con la que cuentan desde los 90.

Hablando de los 90, si en mi primera entrada sobre el grupo elegí su debut de 1996 “Phantoms”, esta vez he querido centrarme en su cuarto disco ya en el 2002.
Tras unos sustanciales cambios de formación, Sear Bliss editaron en 2001 “Grand Destiny”, el disco que menos me gusta de ellos, pero el regreso de su guitarrista original trajo también sonidos viejos de vuelta.

Se puede decir que este disco, en lugar del cuarto, se haría pasar perfectamente por el segundo trabajo del grupo tras “Phantoms”, porque recupera los sonidos más blackers de aquél, aunque más sucios y distorsionados aún. Así es, la guitarra desprende magnificos riffs zumbantes, afilados y crujientes, pero trabajándoselo también sin caer en la monotonía ni lo austero, junto a una batería que se mueve a gusto en temas largos y con un buen punto de detalle, repletos ellos de atmósfera.
Porque los teclados, aunque no sean omnipresentes, aparecen en los momentos adecuados para enriquecer el ambiente con sonidos de viajes astrales y ensoñaciones con la vista hacia el cielo nocturno, y para terminar de rematar esos firmamentos de eternidad incluyen momentos de trombón que son el sello del grupo como los fans ya sabemos (aunque en otros discos han usado trompeta).
La voz de Nagy, tan áspera y lijada como siempre, tosca y arenosa en vez de ponerse a gritar. Fue todo un acierto que sustituyera al horrendo vocalista original de la primera demo del 95, menos mal. Y todo esto cubierto por una sucia producción, pero no mala de manera que no se puediera distinguir la buena música que hay, pero también representado por una de esas estupendas portadas de Kris Verwimp.

Es un disco muy largo, que rebasa por poco la hora de duración, que te hará mirar los astros como también puede suceder con discos como “Witchcraft” de Obtained Enslavement (no puedo evitar recordarlos por la portada con bruja ardiendo en común).


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