Este disco de impronunciable nombre para un español como yo (significa "Tierra de nuestros antepasados") fue indudablemente de los que más me gustaron de 2019 y lo he disfrutado mucho desde entonces.
Los checos Dark Seal llevan activos desde 2010 y tienen otros dos álbumes anteriores que desconozco, aunque ya intuyo que su mejor trabajo debe ser este tercer trabajo lleno de tradición pagana.
Las etiquetas son algo que no siempre funciona al existir discos casi inclasificables, aunque en este caso podemos hablar claramente de Pagan Black Metal desde que empezamos a escuchar este CD forjado en el fuego de batallas ancestrales.
Como siempre que hablo de bandas así, es inevitable mencionar la obvia huella de Bathory con esos ritmos épicos como marcados a martillazos en el yunque de la fragua. Las sólidas guitarras bien llevadas con los citados medios tiempos no cuentan con respaldo de teclados atmosféricos, la ambientación pagana viene bien servida con acústicas y unos coros que son para mi gusto lo que me enganchó al álbum.
Donde normalmente otros grupos hubieran echado mano de colchón de teclados o instrumentación folklórica, Dark Seal da rienda suelta a una muy frecuente voz clara conformando un elemento coral entre guerrero y místico acompañando la voz blacker de hosca tonalidad arenosa.
En sus ocho temas dedican las letras al sol, los elementos, historias antiguas y celebraciones paganas. Algo muy de esperar, desde luego, que gustará a quienes levantan su jarra de cerveza con Menhir, Nokturnal Mortum, Kroda, Graveland, Woodtemple o las escandinavas bandas de Viking Metal.
No se inventa nada nuevo, pero quienes disfrutan este tipo de cosas lo agradecerán.
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