Este disco dedicado a Saturno, el insigne planeta de los grandes anillos que fue visible desde la Tierra el pasado verano, pertenece a la aún reciente pero muy dilatada discografía de Lumnos, que desde el 2015 ya lleva seis discos completos (éste es el quinto), un recopilatorio de versiones de otras bandas y un puñado de demos y splits.
El músico brasileño que anda tras esta banda, Putrefactus (grandioso nombre), lo tiene muy claro a la hora de versionear grupos en el citado disco recopilatorio y así mostrarnos sus principales influencias al escoger temas de Summoning, Lustre, Elderwind, Alrakis, ColdWorld, Melankoli, Annorkoth y Burzum. Con estos ejemplos ya queda claro como el agua que hablaremos de Black Atmosférico durante la reseña, aunque yo añadiría para concretar más todavía que el sonido de Lumnos se acerca mucho al estilo de Midnight Odyssey o Mesarthim.
Nos adentramos, como en la crítica del disco de Firmament, en las invitaciones a los viajes astrales de este tipo de Black Metal con ambientaciones que elevan hacia el inmenso y desconocido plano de las estrellas.
Es esperable que todo esté orientado a la atmósfera, con ritmos lentos y finas líneas de guitarras otorgando esa melancolía ante la visión del vacío tan bello como espantoso, incluso las voces rasgadas tienen cierto tono susurrado. Estas voces provienen de un músico invitado, que no es otro que el músico que anda tras Skyforest, excelente banda que precisamente se originó en los mencionados Annorkoth y tarde o temprano aparecerá en el blog. Es una suerte contar con este vocalista, ya que Putrefactus no destaca en esa faceta si nos fijamos por ejemplo en su proyecto en solitario Muireterium.
Otro invitado, más secundario, es el músico de la también espacial banda The Lost Sun, aportando algunas voces claras y unos pocos teclados. Hablando de teclados, son por supuesto lo que da brillo a un álbum de este estilo, manejando con naturalidad y soltura sintetizadores astrales y melancólicas notas de piano, también algunos toques electrónicos como los de Mesarthim.
Es uno de los discos que más me gustaron de 2018, aunque no todo es positivo para mí. No me convence mucho que, tras tres canciones propiamente dichas, los dos últimos temas sigan la misma estela pero de manera totalmente instrumental sin voces.
No hace falta recomendar el disco a seguidores de bandas concretas, ya está la reseña bien cuajada de referencias que sin duda picarán la curiosidad de quienes gusten de ellas.
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