No suelo fiarme nada cuando regresa un grupo veterano con un nuevo disco, sobre todo cuando sus últimos discos me parecen absolutamente prescindibles e incluso vacíos y carentes de espíritu. Hay hasta ocasiones en las que se proclama un retorno a las raíces que luego no resulta ser tal, o sí pero con muy poca sustancia.
Por todo esto me sorprendí muy gratamente cuando los dos miembros actuales de los legendarios franceses Seth, junto a varios músicos nuevos, irrumpieron en pleno 2021 con un disco que remota los senderos de blasfemias de su debut de 1998.
Un tema de adelanto me demostró que mi habitual recelo no iba a tener justificación. Escuchando el disco entero ya pude confirmar la anunciada restitución de su viejo Black Sinfónico bajo el título de "La mordida de Cristo", que resulta contener un juego de palabras fonético porque, pronunciado, suena a "La muerte segura de Cristo".
La catedral de Notre Dame devorada por las llamas en su portada es toda una declaración de intenciones. Fue sin duda una pérdida de patrimonio artístico, al fin y al cabo era puro arte gótico, pero lo que pretenden transmitir es la decadencia del cristianismo en la sociedad actual e incluso la metáfora de la muerte de Dios.
Esto lo desarrollan con ese Black Sinfónico bien aderezado de teclados ceremoniosos que debemos apartar de las tan manidas y ya aburridas comparaciones con los dos grupos sinfónicos de siempre. Esto va más en la onda de unos Maleficentia por ejemplo, aunque el mismo álbum debut de Seth siempre será la mejor referencia para quien lo conozca.
No nos engañemos, no obstante, porque tampoco llega a sonar completamente a uno de esos discos que podrían pasar por noventeros, aquí se nota ese tamiz del Black Metal actual con sus elaboradas composiciones y la sólida producción. Lo demás ya lo conocemos con las voces rasgadas en francés escupiendo esas letras escritas en versos alejandrinos, guitarras punzantes, agradecidos añadidos acústicos y baterías que lanzan los rescoldos del incendio al galopar con energía.
La voz, aparte de la mencionada rasgada blacker, aporta además partes narradas y hasta llega a aparecer algún breve coro que engrandece la sensación litúrgica.
Sigo prefiriendo el primer disco de 1998, al que homenajean incluso con el tema "Hymne au vampire (Acte III)", pero no puedo negar tampoco que ha sido un regreso más que digno.
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