Tanto que siempre hablo de discos actuales que suenan como si los hubieran editado en los años 90... pues aquí tenemos un disco que sí que es realmente de aquellos años. Concretamente es el debut de este grupo francés que fue editado en 1998, siendo su único disco en una corta trayectoria que sólo cuenta con demos y splits.
El motivo de su pronta disolución por discrepancias musicales, ni más ni menos que un año después de lanzar este disco, dio lugar a que algunos de sus músicos acabaran por consolidar Deathspell Omega como su banda principal. Por supuesto que el susodicho grupo es ahora muchísimo más conocido y poco hay que hablar sobre su música, pero sus viejas raíces en Hirilorn están bien guardadas en polvorienta encuadernación de cuero esperando ser leídas.
Esta primera formación, que toma el nombre de un árbol de la obra de Tolkien (nada nuevo en el mundo blacker), tocaba un Black Metal que nada tiene que ver con innovaciones ni vanguardias. Desprende un sonido añejado y propio de su tiempo que aúna de manera curiosa melodía con rudeza, haciendo que unas guitarras crujientes y costrosas cabalguen junto a unas guitarras rítmicas muy melódicas que hacen que recordemos tanto a Dissection como (sorprendentemente) a Windir.
No es tan descabellado recordar un poco a Windir con esas melodías guitarreras marca de la casa, después de todo Hirilorn también tenían cierto toque épico que además realzaban con algunas acústicas y toques de teclados. No por esto último hablamos de un CD con sinfonismo, ni mucho menos, son teclados de respaldo que ocasionalmente aportan profundidad o enaltecen los momentos más grandiosos.
También contribuye a la sensación épica el hecho de que sus cuatro canciones duran más de 10 minutos cada una, habiendo lugar para muchos cambios de ritmo e intervenciones de voces narradas o susurradas apoyando en algunos momentos la dominante voz rasgada que escupe sangre y ceniza.
No creo que vaya a convertirse en uno de tus discos favoritos, pero es una muy buena opción para seguir escarbando en el territorio noventero y disfrutar con sus melodías de óxido y carne muerta.
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