Veo que estos paganos alemanes han sacado nuevo disco este año, y eso me ha hecho recordar que precisamente los he conocido este año de mano de su primer disco de 1998, que como otros tantos debuts muestra una cara algo diferente a su sonido actual.
Por si alguien no los conociera, yo mismo casi podría incluirme porque sólo tengo este debut como decía, empiezo por decir que es una banda de Pagan Metal, con dos etapas más o menos diferenciadas que se podría decir que están condicionadas por la marcha de uno de sus músicos, el teclista Roberto Liebig (quien anda tras el grupo sinfónico Dorn).
No digo que haya un cambio drástico, ni mucho menos, sencillamente en los dos primeros discos tenían teclados y en los otros no, puede parecer una minucia pero resulta que antes daban mucha importancia a los teclados, tanta como para que a veces parezca que estamos oyendo un disco de Black Sinfónico en vez de Pagan Metal.
Así es cuando empieza el primer tema, lo crudo de las voces y esos abundantes y llamativos teclados hacen que parezca un álbum de Black Metal con teclados, aunque conforme avanza el CD ya podemos comprobar que carece de los devastadores ritmos blackers y que esto es algo más épico y guerrero. En temas como “Autodafe” nos obsequian con sonoridades más folklóricas, resonancias de antiguas batallas en “Germania”, un poco de órgano medieval en “Mein Schatten” o algo más de oscuridad blacker en “Melkor” (muy siniestra su intro, por cierto).
Todos esos detalles se los debemos en parte a ese teclista, que yo pude comprobar que tiene buena mano escuchando el disco “Brennende kälte” de su banda Dorn, pero los demás músicos no son para menos, y su vocalista es muy capaz con sus rasgadas blackers y tremendas guturales.
Ya veis que el brutal estilo vocal y la presencia de ese teclista con tendencias sinfónicas hacen que estemos ante un álbum de Pagan Metal con sabor a Black Sinfónico noventero, y la portada no se queda atrás con esa lúgubre estética, por tanto puede contentar igualmente a seguidores de ambos estilos.
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