Ya me estaba pareciendo imperdonable no reseñar un trabajo de Aes Dana, sobre todo teniendo en cuenta que esta banda francesa (con batería español, por cierto) fue la desencadenante de mi febril búsqueda de Black-Folk céltico hace tres años; cierto es que considero el debut de Cruachan como estandarte de este tipo de Black Metal que integra folk del tipo celta, pero fueron como digo Aes Dana quienes me hicieron ver que necesitaba explorar este mundo de bandas que no sólo incluyen melodías folklóricas sino que utilizan instrumentos tradicionales.
También he escuchado su debut “La chasse sauvage”, otro gran álbum, pero me decanto por este segundo y último (de momento) disco de 2005 en el que perfeccionan y pulen más su propuesta, dando lugar a un trabajo más redondo y equilibrado con el mismo toque encantador del debut.
Su base de Black Metal no deja dudas a la hora de etiquetarlo como tal, ya que las agresivas guitarras y rápidas baterías son las propias de ese estilo y no hacen pensar en Pagan Metal, aunque es cierto que hay momentos en que los ritmos sí son más relajados y épicos como en todo buen grupo pagano. Con la voz, pues igual, una rasgada bastante bestia, más barbárica que desgarrada, pero blacker al fin y al cabo; sin más, sin ningún tipo de coro ni voz limpia, solamente voces ferales.
El otro componente de su estilo, la parte Folk, se funde con el Black Metal dando lugar a un verdadero Black-Folk, en lugar de las directrices de otros grupos que incluyen el Folk para las instrumentales, interludios o intros.
Utilizan instrumentos reales de la tradición folklórica bretona, uno de ellos es la típica flauta que encontramos en muchos otros grupos de corte celta (muy típico de los irlandeses como sabemos); y el otro ya es más particular de tierras bretonas, hablo de la bombarda, ese instrumento que suena como una gaita (yo llegué a pensar en gaitas cuando lo oí por primera vez) pero tiene forma de oboe más o menos. También echan mano de las acústicas, recurso tipiquísimo pero agradecido, y todo ello fluye con naturalidad junto a su abrasivo Black Metal resultando en un producto contundente y pegadizo al mismo tiempo
Hay quien puede saturarse o aburrirse porque este Folk es muy constante y puede hacerse repetitivo para quien no le acabe de encontrar la gracia, pero a mí me encantan esas melodías de viento en medio del caos de guitarrazos y voces salvajes. Lo considero de lo mejor del Black-Folk en general, no sólo del céltico. No pueden faltar en un repertorio compuesto por Cruachan, Waylander, Bran Barr, Heol Telwen y similares.
También he escuchado su debut “La chasse sauvage”, otro gran álbum, pero me decanto por este segundo y último (de momento) disco de 2005 en el que perfeccionan y pulen más su propuesta, dando lugar a un trabajo más redondo y equilibrado con el mismo toque encantador del debut.
Su base de Black Metal no deja dudas a la hora de etiquetarlo como tal, ya que las agresivas guitarras y rápidas baterías son las propias de ese estilo y no hacen pensar en Pagan Metal, aunque es cierto que hay momentos en que los ritmos sí son más relajados y épicos como en todo buen grupo pagano. Con la voz, pues igual, una rasgada bastante bestia, más barbárica que desgarrada, pero blacker al fin y al cabo; sin más, sin ningún tipo de coro ni voz limpia, solamente voces ferales.
El otro componente de su estilo, la parte Folk, se funde con el Black Metal dando lugar a un verdadero Black-Folk, en lugar de las directrices de otros grupos que incluyen el Folk para las instrumentales, interludios o intros.
Utilizan instrumentos reales de la tradición folklórica bretona, uno de ellos es la típica flauta que encontramos en muchos otros grupos de corte celta (muy típico de los irlandeses como sabemos); y el otro ya es más particular de tierras bretonas, hablo de la bombarda, ese instrumento que suena como una gaita (yo llegué a pensar en gaitas cuando lo oí por primera vez) pero tiene forma de oboe más o menos. También echan mano de las acústicas, recurso tipiquísimo pero agradecido, y todo ello fluye con naturalidad junto a su abrasivo Black Metal resultando en un producto contundente y pegadizo al mismo tiempo
Hay quien puede saturarse o aburrirse porque este Folk es muy constante y puede hacerse repetitivo para quien no le acabe de encontrar la gracia, pero a mí me encantan esas melodías de viento en medio del caos de guitarrazos y voces salvajes. Lo considero de lo mejor del Black-Folk en general, no sólo del céltico. No pueden faltar en un repertorio compuesto por Cruachan, Waylander, Bran Barr, Heol Telwen y similares.
1 comentario:
muy buena reseña
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