Recordar días pasados me ha llevado a pensar en dedicar unas líneas a este disco alemán que, si bien no es una joya impresionante, sí me trae buenos recuerdos al menos.
Siendo su segundo disco de 2001, se nota una mejora con respecto al debut (quizás debería rescatarlo y dedicarle un poco más de atención) como tantos otros grupos que salen con un primer disco discretito y en su segundo lanzamiento se lucen más.
El alma mater de la banda es Roberto Liebig, a quien mencioné en la entrada que hice sobre el debut de Riger (esa banda pagana) por ser su teclista. Se les nota por tanto tener a este señor como compositor, ya que el esqueleto de este álbum no es otro que el sinfónico, concretamente con influencia del Black Sinfónico y aires de Gothic.
En cuanto a la base guitarrera, no es para morirse de placer la cosa, con riffs machacones que te hacen pensar en esos grupos que andan entre el Death y el Gothic endurecido, y la batería es por lo visto programada y le resta por tanto puntos al conjunto.
Pero los teclados en cambio sí que lucen estilosos y hacen rescatable este trabajo para mi gusto, pues tienen en general un sonido litúrgico que hace pensar en iglesias medievales con velas, arcadas y cruceros, sobre todo cuando aparecen los frecuentes órganos. El inconveniente es la falta de regularidad, porque son brillantes del mismo modo que hay momentos en que suenan un poco plásticos y fuera de lugar, para luego brillar de nuevo con unos buenos pianos.
Estos teclados me hacen pensar nuevamente en el Gothic, sobre todo en combinación con la voz que resulta ser gutural la mayor parte del tiempo, aunque también escupe las letras en alemán con una voz rasgada bastante forzada.
Nada especialmente destacable, pasará desapercibido para quien no sea muy del estilo, pero no está nada mal si te apetece algo entre Graveworm y Crematory.
Siendo su segundo disco de 2001, se nota una mejora con respecto al debut (quizás debería rescatarlo y dedicarle un poco más de atención) como tantos otros grupos que salen con un primer disco discretito y en su segundo lanzamiento se lucen más.
El alma mater de la banda es Roberto Liebig, a quien mencioné en la entrada que hice sobre el debut de Riger (esa banda pagana) por ser su teclista. Se les nota por tanto tener a este señor como compositor, ya que el esqueleto de este álbum no es otro que el sinfónico, concretamente con influencia del Black Sinfónico y aires de Gothic.
En cuanto a la base guitarrera, no es para morirse de placer la cosa, con riffs machacones que te hacen pensar en esos grupos que andan entre el Death y el Gothic endurecido, y la batería es por lo visto programada y le resta por tanto puntos al conjunto.
Pero los teclados en cambio sí que lucen estilosos y hacen rescatable este trabajo para mi gusto, pues tienen en general un sonido litúrgico que hace pensar en iglesias medievales con velas, arcadas y cruceros, sobre todo cuando aparecen los frecuentes órganos. El inconveniente es la falta de regularidad, porque son brillantes del mismo modo que hay momentos en que suenan un poco plásticos y fuera de lugar, para luego brillar de nuevo con unos buenos pianos.
Estos teclados me hacen pensar nuevamente en el Gothic, sobre todo en combinación con la voz que resulta ser gutural la mayor parte del tiempo, aunque también escupe las letras en alemán con una voz rasgada bastante forzada.
Nada especialmente destacable, pasará desapercibido para quien no sea muy del estilo, pero no está nada mal si te apetece algo entre Graveworm y Crematory.
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