De manos de miembros de Midnattsol recibimos en el 2006 uno de los mejores discos de Funeral Doom de los últimos años.
Lo primero que llama la atención por ser algo diferente en el estilo es el contenido lírico, a juego con el nombre de la banda y la portada. En lugar de echar mano a los típicos clichés del Funeral Doom decidieron por algo literario mediante “Moby Dick”, teniendo así una valiosa fuente de inspiración en el demencial capitán Ajab; y desde luego el Funeral Doom ha sido en este caso un excelente medio para plasmar semejante enfermiza obsesión.
En principio está presente todo lo predecible en semejante álbum: voces guturales, lentitud, pesadez y ambientes lóbregos. Pero hay algo de margen para un poco de personalidad, dentro de lo poco que se puede variar y experimentar en un estilo tan rígido y crudo, con unos ritmos que no son todo el rato iguales y lineales como sucede con sus compañeros de estilo. De hecho hay momentos en los que parece que estamos ante un álbum de Doom-Death como el “Trinity” de My Dying Bride o “Among majestic ruin” de Morgion.
Lo mismo sucede con la voz; cuando, normalmente, las voces del Funeral Doom consisten en prolongadas y profundísimas guturales resulta que las de Ahab son a veces unas guturales más estándar por así decirlo, como si la voz de una banda de Death Metal se tratase, además de incluir alguna que otra lamentosa voz limpia como apoyo.
Hay teclados, por supuesto, pero no con la fabulosa presencia de grupos como Pantheist o Remembrance, aparecen en momentos puntuales más bien como en la magistral “Below the sun” o la tétrica “The hunt” con sus pianos y fantásticas acústicas; aunque en “Ahab’s Oath” sí que aparecen más, con un ambiente bastante tenebroso.
Es, en definitiva, un álbum de Funeral Doom que nos transporta a la oscuridad de los profundos abismos oceánicos y los trastornos generados por la venganza.
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