Hace pocos meses comenté lo interesantes que son los grupos de Black Sinfónico de Bulgaria, cuando hablé de Dark Inversion, grupos que pese a no inventar nada consiguen sonar a ellos mismos dentro de lo posible. Ahí tenemos por ejemplo a Sabrax o Darkflight, que no descubren nada nuevo pero se reconocen al instante, cosa que también sucede con estos Korozy.
Inspirados en las leyendas y el folklore de su tierra natal, nos hicieron llegar sus relatos de brujería y muerte expresados en este álbum debut de 1999, donde los teclados y voces efectivamente parecen contarnos historias que todos los hombres y algunas bestias han olvidado.
Resulta difícil decir a qué otras bandas se parecen, pero yo personalmente diría que aquí hay bastante de Sear Bliss con pizcas de Rossomahaar y el debut de Covenant. Recordad la sucia producción de los viejos Sear Bliss, porque la de Korozy también es modesta pero no por ello oculta un trabajo de guitarras más elaborado que la media de bandas de Black Metal (incluso con algún que otro solo) y una batería que reparte rápida contundencia o enmarca la atmósfera.
El asunto de las guitarras trabajadas con un punto rudo me recuerda a los rusos Absidia, con quienes también tienen en común administrar muy buenos teclados y voces femeninas. Son en efecto muy abundantes las sinfonías con regusto a fantasía oscura y sus ocasionales partes de piano, pero sin ser los protagonistas y más bien ensamblándose con las guitarras. Del mismo modo, a la raspada voz de reptil de las ciénagas, se unen voces femeninas líricas y unas pocas voces claras masculinas de corte casi épico, sin resultar excesivas.
Con ocho canciones que resultan bastante discernibles, tenemos el clásico disco que no se hace pesado, un gran debut en los últimos coletazos del Black Sinfónico noventero que disfrutarás si te gustó “Phantoms” de Sear Bliss o “Imperium Tenebrarum” de Rossomahaar.
Inspirados en las leyendas y el folklore de su tierra natal, nos hicieron llegar sus relatos de brujería y muerte expresados en este álbum debut de 1999, donde los teclados y voces efectivamente parecen contarnos historias que todos los hombres y algunas bestias han olvidado.
Resulta difícil decir a qué otras bandas se parecen, pero yo personalmente diría que aquí hay bastante de Sear Bliss con pizcas de Rossomahaar y el debut de Covenant. Recordad la sucia producción de los viejos Sear Bliss, porque la de Korozy también es modesta pero no por ello oculta un trabajo de guitarras más elaborado que la media de bandas de Black Metal (incluso con algún que otro solo) y una batería que reparte rápida contundencia o enmarca la atmósfera.
El asunto de las guitarras trabajadas con un punto rudo me recuerda a los rusos Absidia, con quienes también tienen en común administrar muy buenos teclados y voces femeninas. Son en efecto muy abundantes las sinfonías con regusto a fantasía oscura y sus ocasionales partes de piano, pero sin ser los protagonistas y más bien ensamblándose con las guitarras. Del mismo modo, a la raspada voz de reptil de las ciénagas, se unen voces femeninas líricas y unas pocas voces claras masculinas de corte casi épico, sin resultar excesivas.
Con ocho canciones que resultan bastante discernibles, tenemos el clásico disco que no se hace pesado, un gran debut en los últimos coletazos del Black Sinfónico noventero que disfrutarás si te gustó “Phantoms” de Sear Bliss o “Imperium Tenebrarum” de Rossomahaar.
1 comentario:
Aaah ese cd esta muy chingon, hace años, Muy material colega, siempre con buenas bandas que compartir, saludos desde Mexico.
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