Empecemos agosto con una de las buenas recomendaciones de Black Metal que gustosamente recibo. No debe confundirse con los Diabolique suecos, banda gótica, los que yo presento son unos holandeses que se fundaron inicialmente bajo el nombre Winterlord y actualmente están disueltos.
Este disco de 1998, único en su haber, participa de la genuina atmósfera noventera, presentado con una producción a medio camino entre la de la de demo de Faerghail y la del debut de sus compatriotas Serenade of Darkness. Esto de la producción no es del agrado de todo el público, por ser bastante baja, pero continuaremos para el círculo de personas que disfrutan en buen grado de estas cosas.
Aunque el sonido sea bajo, la distorsión guitarrera no desmerece y sus zarpazos se dejan notar a lo largo de sus cortas pero numerosas canciones, en un disco con sus buenos momentos de baterías rápidas pero cortado por el patrón de los ritmos lentos y atmosféricos.
A esta fórmula de momentos reposados tan frecuentes le cae perfecto el acompañamiento de unos teclados que, aunque constantes, no sobresalen y más bien se complementan con la aspereza de los riffs, ayudando a crear atmósferas de horizontes boreales y magia ignota.
Una notable contribución a los ambientes de los sintetizadores es la presencia de una voz femenina, de fría austeridad que acaricia como la brisa nocturna, con un efecto similar a las vocalistas de Vordven y Helgrindr. El vocalista principal, por su parte, es poseedor de unas raspadas hoscas y arenosas con cierto efecto de eco.
Todo esto se resume en que es un producto de su tiempo, una obra noventera con su producción propia de quizás unos años antes, teclados nada ampulosos y toques de voz femenina junto a la aspereza rasgada que no derivan en nada gótico. Y no parece fácil hacerse con el CD pese a haber sido reeditado en una ocasión (con portada a color).
Ahí lo dejo en todo caso para quienes gusten de los grupos que fui citando y los productos de los 90.
No hay comentarios:
Publicar un comentario