Ahora le toca el turno a una banda que vi injustamente defenestrada en una reseña de una revista, fue la primera referencia que tuve de este disco de 1999 y tan sólo se limitaron a comentar que se trata de una banda estadounidense tocando Black Metal atmosférico a lo europeo con su consecuente desfase y aburrimiento. Esto, lejos de provocarme la misma reacción que al crítico, más bien me instigó la curiosidad.
El estilo sinfónico es lo que más escucho con diferencia, y puedo afirmar que este álbum es mucho mejor que todos esos discos europeos con teclados vacíos y voces monótonas. Su teclista femenina, quien en principio era guitarrista y se compró el teclado para formar parte de Somnus, hace una fantástica labor con unos teclados que están lejos de rellenar o tapar nada, siendo especialmente interesantes los pianos (máxime cuando en este estilo se imitan hasta la saciedad los pianos noruegos).
Se ve que su principal tema de inspiración está entre lo fantástico y lo mitológico, de una manera que bien expresan los teclados, incluyendo por tanto también clavicordios y momentos más misteriosos aparte de los citados pianos (que insisto en que son una gozada).
No sólo el encanto reside en los teclados, porque los ritmos son lo suficientemente variados y las guitarras nos regalan algunos solos que personalmente me han parecido arrebatadoramente melancólicos. Y, hablando de melancolía, se pueden percibir tintes doomsters de la escuela inglesa bien mezclados con esa base blacker sinfónica escandinava. De todos modos veo que la teclista es quien atiende las entrevistas y presta su dirección para contactar con la banda, sus motivos tendrán.
Ella también aporta ocasionalmente su voz, tanto con narraciones como con cantos más etéreos que me hacen rememorar al “Nachthymnen” de Abigor, redondeando así un apartado vocal que ya era muy completo porque su vocalista masculino tiene un variado rango de voces rasgadas, guturales y narradas.
Sólo dos de sus diez canciones son instrumentales, ya que añadieron dos temas (“Beyond the shores” y “Envy of the seraph”) de su demo “To Return The Crimson Skies” de 1997, por lo que está asegurado el disfrute de los fans empedernidos de lo sinfónico. Lástima que su otro CD de 2002 siguiera un rumbo más técnico y algo menos atmosférico (aunque también es muy bueno).
Se ve que su principal tema de inspiración está entre lo fantástico y lo mitológico, de una manera que bien expresan los teclados, incluyendo por tanto también clavicordios y momentos más misteriosos aparte de los citados pianos (que insisto en que son una gozada).
No sólo el encanto reside en los teclados, porque los ritmos son lo suficientemente variados y las guitarras nos regalan algunos solos que personalmente me han parecido arrebatadoramente melancólicos. Y, hablando de melancolía, se pueden percibir tintes doomsters de la escuela inglesa bien mezclados con esa base blacker sinfónica escandinava. De todos modos veo que la teclista es quien atiende las entrevistas y presta su dirección para contactar con la banda, sus motivos tendrán.
Ella también aporta ocasionalmente su voz, tanto con narraciones como con cantos más etéreos que me hacen rememorar al “Nachthymnen” de Abigor, redondeando así un apartado vocal que ya era muy completo porque su vocalista masculino tiene un variado rango de voces rasgadas, guturales y narradas.
Sólo dos de sus diez canciones son instrumentales, ya que añadieron dos temas (“Beyond the shores” y “Envy of the seraph”) de su demo “To Return The Crimson Skies” de 1997, por lo que está asegurado el disfrute de los fans empedernidos de lo sinfónico. Lástima que su otro CD de 2002 siguiera un rumbo más técnico y algo menos atmosférico (aunque también es muy bueno).
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