miércoles, 25 de marzo de 2009
OSCULUM INFAME - Dor-Nu-Fauglith
Cuando estuve escuchando el disco de Vorphalack que reseñé hace poco no podía evitar acordarme de este álbum de los franceses Osculum Infame. Hace muchos años que tengo este disco de 1997, pero lo tuve aparcado durante mucho tiempo y retomarlo me ha supuesto una sepulcral satisfacción.
Lo que encontramos en este disco (cuyo título significa "tierra bajo la ceniza asfixiante", por cierto) no es tan crudo como para alcanzar los altos niveles de pestilencia de los clásicos grupos underground franceses, pero es ciertamente más rudo y áspero que lo que normalmente encontramos en un disco catalogado como sinfónico o melódico, y es precisamente su característica fundamental esa combinación de Black Metal mínimamente tradicional con melodías de teclado peculiarmente bellas.
Digo mínimante tradicional porque tampoco se pasan de crudos y "unholy", con unas baterías que no sólo consisten en blast-beats y se amoldan a los distintos momentos de las canciones, con inclusión de ritmos marciales y otros más pausados para los momentos más atmosféricos, y además el bajo es audible.
Los teclados, que no están presentes en todo momento, son muy curiosos porque en contraste con la fúnebre base blacker tienen un sonido que llega incluso a transmitir belleza, a la manera de un arrebato de nostalgia invernal. Son de agradecer detalles como el solo de órgano de "Vampiric warmaster (part II)", título que por cierto me viene de perlas para destacar las ocasiones en que las ambientaciones suenan de esa forma vampírica que, lejos de sonar a góticas al estilo de bandas más elaboradas y fastuosas, resultan más bien mortuorias. Pero es sólo una de las inspiraciones líricas del grupo, pues mirando el resto de títulos comprobamos que también les va el rollo medieval e incluso el mundo de Tolkien. El teclista, por cierto, acabó formando parte de Dark Sanctuary, para que os hagáis una idea de que debe tener talento el hombre.
El único aspecto que me queda por comentar es la voz, que no tiene mucho que destacar pues es todo el rato igual y no incluye más variantes que una simple voz rasgada algo tosca. Alguna que otra voz narrada melancólica no habría quedado mal, pero dejémoslo así.
De sus nueve temas tenemos siete canciones reales, cantidad suficientemente entretenida, y sin más os dejo con su putrefacción adornada de melancolía.
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