Y el teclista afirma en dicha entrevista que My Dyng Bride y Paradise Lost son, junto a Therion, las principales influencias de su música, aunque yo también añadiría a Celestial Season para aproximar un poco más su sonido. Entonces lo suyo es un Doom muy melancólico y especialmente atmosférico debido a la generosa cantidad de elementos como el teclado y el violín, y con variedad vocal.
Tras la típica intro tenemos cinco temas de buen Doom Metal y un tema ambiental final en los que no nos extraña comprobar que el teclista es quien anda tras las composiciones (también escribe las letras), con un trabajo de teclados sin duda delicioso para quienes disfrutamos de ello, y unos violines que son los responsables de mi comparación con Celestial Season, agregando el toque extra de romanticismo doomster.
En momentos puntuales aparece una flauta que, al igual que las voces femeninas y el bajo, corre a cargo de un músico de sesión. Todo amante de los violines y pianos en el Doom debería escuchar este álbum, porque encontrará momentos sombríamente memorables.
Las guitarras son melódicas en general, con momentos muy reminiscentes de los dioses ingleses My Dying Bride cuando suenan un poco más pesados, y los ritmos son los estandarizados del género, sin más.
Señalé la variedad vocal como uno de sus rasgos principales, y así es con la oscura voz gutural repartiéndose el protagonismo con las hastiadas voces limpias, con algún que otro momento de elegante voz femenina.
Dura cuarenta y cuatro minutos, duración razonable, pero a mí siempre se me hace algo corto, y tal vez te suceda lo mismo si también quedas prendado como yo de su frágil y doliente poesía.
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