Podemos seguir con las novedades de este 2012, ahora que tengo una batería de discos de reciente hornada con interesantes perspectivas.
Este álbum me ha gustado especialmente, prometedor debut el de estos texanos con un producto enterrado bajo tantas capas de mugre y roña que se me acabarían todos los adjetivos rancios y podridos.
Ese logotipo que gastan y la temática de oscuro misticismo mitológico parecerían hablarnos de Black Metal, y muchos lo llamarían Black-Death, aunque yo diría que se acercan mucho más al Death Metal, del tipo muy lento y cadaverino además.
De entre todas las febriles maneras que imaginaban los antiguos al concebir los infiernos o lugares donde descienden las almas, esto seguro que es de lo que más se parece musicalmente con su cadencia sepulcral. Es realmente un disco monorrítmico, tienen sus momentos de martillear con más celeridad los parches pero la tónica general consiste en baterías sepultadas por el mármol mohoso de la lentitud más amortajada.
Las guitarras crujen sin hacer muchos aspavientos en esa producción turbia y baja, arrastrándose como bestia reptante que despertaron insensatamente los hombres en alguna catacumba olvidada, efecto resaltado por los escasamente dispersos y ligeros teclados.
Y, hablando de bestias, la voz mantiene siempre un discreto tono gutural con unas pocas rasgadas. Discreto porque no sobresale por encima de la música, porque por lo demás es es una gutural de dragón primordial que ruge mientras lucha por ser liberado de las toneladas de roca que lo atrapan en el abismo.
El inconvniente, porque lo tiene si así se puede considerar, es la escasa duración. Veinticinco minutos se hacen muy cortos en un disco así, cuando uno se dispone a sumergirse en las negras aguas de la ignonimia.
Por lo demás, perfecto para agregarlo a una buena escucha de Rippikoulu y Encoffination.
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