Volvamos a la faena de comentar novedades, que parece que está siendo el único año que comienzo los primeros meses reseñando una remesa de nuevos discos. A día de hoy, bien conocidos son ya estos ucranianos por los amantes del Black Metal, una de esas bandas que han pegado fuerte en la última década ganando un título de clásico moderno.
Cuando hablamos de grupos tan reconocidos, no está de más repasar un poco su trayectoria para ubicar el más reciente álbum. Comenzaron, como otros tantos grupos de introspectiva inspiración boscosa, con la influencia de los inevitables Burzum, dando pasos más allá de la senda noruega en busca de su propia intimidad. Así es como fueron retorciendo las nudosidades de su tronco para ramificar un estilo muy elaborado dentro de los cánones blackers. Una evolución que les llevó en 2010 a editar un disco, "Handful of stars", con unos elementos modernos que disgustaron a los fans más tradicionales. A otros les gustó, y yo no entraré en el debate, pero lo que no les perdoné fue aquel proyecto paralelo en colaboración con aquel músico de actualidad, algo que no me esperaba de ellos para nada.
Sean cuales sean sus motivos, han regresado este año con un disco que mira hacia atrás con la mirada de un anciano cansado y taciturno, una vuelta a sus sonidos más sucios y crudos que sí ha deleitado a sus seguidores nuevamente.
Una producción turbia pero distinguible cubre con su terroso manto unas guitarras crudas, marcadas por baterías que avasallan del mismo modo que trotan más ambientalmente. Y, hablando de ambientes, recurren a ocasionales teclados de noventera oscuridad que ayudan a arraigar esa atmósfera propia del ermitaño que palpita acompasadamente con las coníferas y la tierra; también echan mano de acústicas y momentos lentos a modo de interludio con el zumbido de las guitarras cortando el frío aire matutino de los teclados. La voz rasgada denota la tumefacción de aquel que gruñe para ser dejado a solas, con un tono muy eslavo como podemos comprobar.
En resumidas cuentas, un regreso a los alientos invernales y espíritus de las frondas como en los viejos tiempos de Negura Bunget o Blut Aus Nord entre otros, aunque con destellos actuales, que nadie se engañe. Una música adecuada para acompañar a las grullas en sus migraciones otoñales (cosa que refieren en una canción, que sé que la mayoría ni se fijará).
1 comentario:
Me gusto mas el Blood in our wheels, pero este no esta tampoco nada mal.
Gracias por el blog!!
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