Esta joven banda de Finlandia se ha convertido en una de las más exitosas de esta década desde que debutó en 2003 con el álbum que da nombre a la dirección del blog. A día de hoy son muy conocidos por todo fan del Doom Metal que se precie (y que no viva aislado en una caverna) y su popularidad se ve reflejada en la aparición de nuevos grupos que se inspiran en su sonido. Por tanto debe aparecer sin falta en este blog mi álbum favorito de los tres que llevan editados (de momento, porque este año dan a conocer al mundo su nueva obra).
Han sabido coger con mucho tiento lo bueno de otros grupos consagrados, desde el romántico Doom-Death británico hasta la confortable apatía de Katatonia, para dar forma a su propuesta de Doom-Death especialmente melódico, capaz de acariciarte con íntimas melodías del mismo modo que te envuelve en cruda desolación.
Su primer disco, al igual que otros tantos debuts, era algo más duro que lo que hicieron en este segundo álbum de 2005 y el posterior “Hope” de 2007, pero ya mostraban esa manera de hacer un Doom Melódico muy accesible y apto para un público algo más amplio que el del Doom-Death de toda la vida; era un debut bastante homogéneo, pero para este segundo disco pensaron en más variedad entre las distintas canciones, de manera que tenemos temas pesados y contundentes como “Descending winters” y “Psychopath’s lair”, la siniestra atmósfera de “Gloom, beauty and despair”, la tristísima delicadeza de “Forgive her” o la suave frialdad de “The giant”.
Y es que saben como nadie crear todos esos contrastes, con esas guitarras que sirven tanto para regalarnos los oídos con bellas melodías o repartir riffs más duros, siempre con el brillante acompañamiento de los teclados que nos transmiten esas emociones generadas por la pérdida desde la resignación hasta el profundo y emponzoñado odio. Y no sólo gracias al buen hacer de los instrumentos, porque su vocalista es maravilloso, con capacidad para delicadas voces limpias y unas oscuras guturales a la altura de maestros de la guturalidad osuna como lo son los vocalistas de Tristania (en sus viejos tiempos), Opeth o Saturnus, además de algunas desesperadas voces rasgadas reminiscentes del pasado Black Metal del cantante (prodece de la banda blacker Funeris Nocturnum, al igual que el teclista). También hay unas pocas voces femeninas en dos canciones, como elemento ambiental de fondo perfectamente acoplado al papel de los teclados.
No es nada extraño que surjan grupos de calidad que les emulen como Ablaze in Hatred por ejemplo, porque su sonido está pegando fuerte en estos años y pueden demostrarnos lo que aún son capaces de hacer con su próximo “New Moon” en los próximos meses. Siempre puede haber quien esté empezando a conocer grupos, y no debe dejar pasar la oportunidad de escuchar esta obra maestra.
Han sabido coger con mucho tiento lo bueno de otros grupos consagrados, desde el romántico Doom-Death británico hasta la confortable apatía de Katatonia, para dar forma a su propuesta de Doom-Death especialmente melódico, capaz de acariciarte con íntimas melodías del mismo modo que te envuelve en cruda desolación.
Su primer disco, al igual que otros tantos debuts, era algo más duro que lo que hicieron en este segundo álbum de 2005 y el posterior “Hope” de 2007, pero ya mostraban esa manera de hacer un Doom Melódico muy accesible y apto para un público algo más amplio que el del Doom-Death de toda la vida; era un debut bastante homogéneo, pero para este segundo disco pensaron en más variedad entre las distintas canciones, de manera que tenemos temas pesados y contundentes como “Descending winters” y “Psychopath’s lair”, la siniestra atmósfera de “Gloom, beauty and despair”, la tristísima delicadeza de “Forgive her” o la suave frialdad de “The giant”.
Y es que saben como nadie crear todos esos contrastes, con esas guitarras que sirven tanto para regalarnos los oídos con bellas melodías o repartir riffs más duros, siempre con el brillante acompañamiento de los teclados que nos transmiten esas emociones generadas por la pérdida desde la resignación hasta el profundo y emponzoñado odio. Y no sólo gracias al buen hacer de los instrumentos, porque su vocalista es maravilloso, con capacidad para delicadas voces limpias y unas oscuras guturales a la altura de maestros de la guturalidad osuna como lo son los vocalistas de Tristania (en sus viejos tiempos), Opeth o Saturnus, además de algunas desesperadas voces rasgadas reminiscentes del pasado Black Metal del cantante (prodece de la banda blacker Funeris Nocturnum, al igual que el teclista). También hay unas pocas voces femeninas en dos canciones, como elemento ambiental de fondo perfectamente acoplado al papel de los teclados.
No es nada extraño que surjan grupos de calidad que les emulen como Ablaze in Hatred por ejemplo, porque su sonido está pegando fuerte en estos años y pueden demostrarnos lo que aún son capaces de hacer con su próximo “New Moon” en los próximos meses. Siempre puede haber quien esté empezando a conocer grupos, y no debe dejar pasar la oportunidad de escuchar esta obra maestra.
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